“Escribo como medio y arma de combate, que combatir es realizar el pensamiento.” Domingo Faustino Sarmiento

miércoles, 20 de enero de 2010

QUE COMIENCEN LAS PROPUESTAS (continúa la danza entre teoría y práctica)


por Lucas Verduga
Licenciado en Filosofía

La Fundación Somos fue recibida el pasado jueves 17 de diciembre por los Convencionales Constituyentes con el fin de presentar una propuesta concreta: la inclusión en la Carta Orgánica de un artículo que declare la creación del “Instituto de Planeamiento Estratégico de San Martín de los Andes”. No es este el lugar para desarrollar en detalle en qué consiste nuestra propuesta, pero es para todos evidente la importancia que tiene un Plan Estratégico para poder llevar adelante una gestión transparente, efectiva y eficaz. En este sentido hubo un acuerdo unánime entre los convencionales presentes: todo gobierno debe contar con un organismo capaz de trabajar directamente con la comunidad, detectar las necesidades, realizar un diagnóstico, establecer prioridades y elaborar un Plan Estratégico a fin de utilizar los recursos disponibles para alcanzar el bienestar social, teniendo como meta impostergable el Bien Común. Todos de acuerdo. Ahora, la pregunta ineludible: ¿cómo llevamos esto a la práctica? Porque de hecho esta propuesta no es novedosa ni original. La carta orgánica vigente establece en el Capítulo II, Artículo 11, que será de competencia municipal “crear entes interdisciplinarios de asesoramiento y planificación, con participación comunitaria activa, cuando las necesidades de gobierno así lo aconsejen”, y más adelante, en el capítulo XVI, articulo 146, declara que “se creará el Consejo Asesor de Planificación, como órgano consultivo interdisciplinario permanente, propiciando la participación activa de la comunidad. Estará integrado -al menos- por representantes de gremios, colegios profesionales y cámaras empresarias” y continúa diciendo, en el artículo 147 que “el Consejo Asesor de Planificación funcionará dentro de la órbita del Departamento Ejecutivo y será presidido por el intendente. Su funcionamiento, así como su integración, serán reglados por ordenanza”. Es decir que en teoría, al menos desde 1989 (año en que se redacto la actual Carta Orgánica) nuestra comunidad es consciente de la necesidad de un organismo que se encargue de la planificación. En la práctica, este organismo hoy ya no existe. Nos comentaba uno de los convencionales, nacido y criado en San Martín de los Andes, que este Consejo Asesor de Planificación (CAP) funcionó durante algún tiempo, pero sin resultados contundentes y sin la capacidad concreta de funcionar como una herramienta para que el Ejecutivo Municipal llevara adelante una gestión transparente, efectiva y eficaz. Lo que estaba claro en la teoría no pudo ser llevado a la práctica. Y esto trae consecuencias altamente nocivas para nuestra sociedad porque, ¿de qué nos sirve una constitución si hemos constatado que no es posible ponerla en práctica?

Encontramos aquí un punto de quiebre: no conocemos nuestra Carta Orgánica porque, como sucede con la constitución nacional, no confiamos en que lo que dice se lleve a la práctica. Es por esto que no nos sentimos ciudadanos, porque no encontramos un Estado que nos garantice, entre otras cosas, la fuente de trabajo, la salud, la educación para nuestros hijos, la seguridad y el bienestar. Volvemos a lo mismo: todas esas hermosas palabras consagradas en la constitución se fueron desvaneciendo en la práctica. No nos sentimos ciudadanos. Recuerdo una escena que me impactó mucho, hace varios años atrás: me encontraba con mi esposa en el Aeropuerto Internacional de Cusco, en Perú y, como suele pasar, había problemas con los horarios y los vuelos. Frente a uno de los tantos mostradores atiborrados de pasajeros furiosos, un señor mayor gritaba a viva voz: “soy un ciudadano español y exijo que se me atienda”. Al principió nos indignó su prepotencia y su complejo de superioridad, pero luego comprendimos que él se definía a sí mismo -establecía su ser- a partir de una profunda sensación de pertenencia a un Estado que no sólo lo constituía como persona sino que además lo respaldaba y lo protegía incluso -y sobre todo- en el exterior. Este señor era un Ciudadano Español, por lo que era inconcebible que no lo atendieran. ¡Qué bonita sensación! Saber que uno, por ser parte de una comunidad, por ser un ciudadano, puede andar seguro por el mundo… ¡Y nosotros que no nos sentimos seguros ni resguardados en nuestra propia casa!

Y aquí empieza una lista interminable de reparto de responsabilidades y culpas: el gobierno, las políticas públicas, los piqueteros, los oligarcas, los funcionarios, la burocracia, los militares, la policía, los propietarios, los delincuentes, los empresarios, los docentes, los estudiantes… siempre será más fácil echarle la culpa a otros. Pero la realidad es una, lamentablemente cruda, incuestionablemente cierta: los responsables SOMOS nosotros, todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad. Porque sobre nosotros cae la responsabilidad de ser quienes SOMOS. La responsabilidad de redactar una Carta Orgánica es nuestra. La responsabilidad de hacer cumplir la Carta Orgánica es nuestra. La responsabilidad de controlar y hacer el seguimiento de las resoluciones del Concejo Deliberante es nuestra. La responsabilidad de controlar y hacer el seguimiento de la gestión del Gobierno Municipal es nuestra. Todos nosotros, como ciudadanos, tenemos en nuestras manos la posibilidad de establecer cómo queremos vivir y de garantizar que eso que establecemos se lleve a la práctica. ¿Cómo? Muy sencillo: ¡PARTICIPANDO! Es hora de dejar de quejarnos, lamentarnos, echarle la culpa al otro, para tomar en nuestras manos nuestra propia capacidad de hacer, con el único fin de poder tener la sociedad que queremos: llevar a la práctica eso en lo que, en teoría, estamos todos de acuerdo. De eso se trata esta Reforma de la Carta Orgánica de la Municipalidad de San Martín de los Andes. Estamos todos invitados.

1 comentario:

  1. Estimados miembros de la fundación:

    Podemos tener la mejor de las constituciones, la mejor de las cartas orgánicas, las mejores ordenanzas y las mejores intenciones cuando nos sentamos a escribir nuevas o a modificar las existentes; pero NADA cambiará si no participamos todos en el control de gestión, ayudando a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial a respetar y hacer respetar las normativas vigentes.
    Cuanto mas difíciles de cumplir sean las normas, por complejas, abusivas, injustas o anacrónicas, mayor será el porcentaje de nuestra sociedad que evite total o parcialmente su cumplimiento. Por rebelión o por necesidad.
    La verdadera responsabilidad ciudadana se ejerce tanto desde la banca de un convencional como tocándole el hombro al vecino que tira un papel al piso para que lo levante y lo tire a un cesto.
    ¿Cuántos de nosotros estacionamos correctamente? ¿Y cuantos de nosotros llamamos la atención de aquel que no estacionó correctamente frente a nuestras narices, dejándole el trabajo al agente de tránsito?
    Resulta una hipocresía de nuestra parte, entonces, cargar las responsabilidades en las leyes, y hasta incluso en las instituciones que deben hacerlas cumplir, siendo que como sociedad nos vanagloriamos cuando somos capaces de “saltar” algún obstáculo administrativo.
    Si hay algo que creo firmemente podrá cambiar nuestra realidad no es una nueva carta orgánica, ni una nueva constitución, ni siquiera un nuevo tribunal superior de justicia, sino un renovado y mas estricto sentido de autocrítica ciudadana.

    Saludos cordiales.

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